El límite de la inteligencia humana

      EL TEOREMA DE GÖDEL Y EL LÍMITE DEL RAZONAMIENTO.

     Hablaré del tema de Dios porque seguramente hay más cosas que unen a creyentes y no creyentes que lo contrario.

      Esto es interesante porque sobre todo desde la época del neopositivismo lógico se ha tratado de vender la idea de que hablar o discutir de Dios carece de sentido y esto no es verdad porque la preocupación por Él es propia del hombre.

      De entre todos los libros de Literatura, de Historia de Filosofía que he leído, quisiera sacar tres puntos de luz que han chocado conmigo porque me han llamado la atención sobre la cuestión de la existencia de Dios:

      Uno fue la lectura de Sartre, ateo, que en su libro sobre “El existencialismo es un humanismo” afirma: “es muy incómodo que Dios no exista”. Es importante la nobleza de admitir que el problema que existe ante la no existencia de Dios es muy fuerte, lo cual bajo mi punto de vista es un contraejemplo, ¿no será un indicio de que debe existir?

      Segundo, Unamuno, en su “Oración del Ateo”,Oh Dios!, oh Tú en quien no creo!”, Habla con Él en una especie de desgarrón interior. Es la conciencia de que no existe por algún motivo, pero a su vez tiene que existir, porque si no parece que todo esto se apaga en exceso.

      Tercero, en muchos autores de Ciencia, como Sthepan Gulf, declarado agnóstico, muy interesante, que afirma que la coherencia del sistema científico que aporta la concepción creyente del mundo es intachable en su consistencia. Por eso elabora una teoría en la que sostiene que los discursos entre creyente y no creyentes no se pueden nunca contraponer.
Es muy interesante descubrir que en efecto desde el ámbito de la no creencia existen unos vestigios, una especie de sombra de creencia.

También es sumamente interesante decir que en el estudio de la epistemología y la matemática que he realizado me llamó profundamente la atención las consecuencias del concurso matemático de Hilbert de 1900 en París. Decidió reunir a los mejores matemáticos del mundo de ese momento y planteó el programa hilbertiano, que esperaba la reestructuración del sistema racional por procedimientos rigurosamente lógicos y algorítmicos.

Sin embargo en la siguiente reunión se demostró justamente lo contrario, es decir, para demostrar la coherencia de todo lo que vivimos y tocamos es necesario un principio que está más allá de lo que vemos y tocamos, es decir, el principio que demuestra la coherencia de un sistema no pertenece a ese sistema. Fue demostrado matemáticamente por el mejor lógico de la historia de las Mátemáticas, Kurt Gödel en sus famosos teoremas de incompletitud.

      Todos estamos de acuerdo por tanto en que existe un límite en donde más allá algo hay, porque los límites tienen dos partes, lo que vemos y lo que no vemos.

       Por otro lado, en todo este proceso que conduce a vestigios de que Dios existe, que conduce a preguntas de qué es Dios, o quién es Dios, podría afirmar en mi caso concreto, que antes de buscarle yo a Él, me encontró Él a mí; esto podría parecer puramente propagandístico, pero no lo es. La experiencia de quien se ha encontrado con Dios es profundamente seria e intelectual, es decir, no es una mera cuestión sentimental aunque el sentimiento intervenga. Lo que pasa, es que la armonía que existe entre lo que razono y lo que he recibido por la fe, es admirable, y tiene una sintonía admirable.

       Para terminar podría afirmar que sé que Dios existe, como también puedo decir, que es muchísimo más lo que desconozco de Dios, y que no sé todavía cómo es. Necesito verle y conocerle mucho más.

      Mi sabiduría entre comillas me lleva a la profunda humildad de la razón de decir “Dios mío, eres demasiado grande como para poder conocerte. Lo que pasa es que Tú te me has dado a conocer”.


(Extraído de la aportación que realizó Pablo Domínguez Prieto en la conferencia-debate entre católicos y ateos sobre la existencia de Dios).

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